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lunes, 6 de octubre de 2014

Testimonios Clarisa De Lorenzi Coordinadora de Recursos Humanos – Argentina

Testimonios
Clarisa De Lorenzi
Coordinadora de Recursos Humanos – Argentina
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Clarisa De Lorenzi, argentina, trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) como coordinadora de Recursos Humanos. Actualmente cumple esta tarea en la misión de MSF en Sudán del Sur, el país más nuevo del mundo (se independizó de su vecina Sudán en 2011). Desde que estalló un conflicto en diciembre de 2013, MSF ha escalado rápidamente su respuesta a la emergencia, abriendo nuevos proyectos para hacer frente a las crecientes necesidades de las personas directamente afectadas por la crisis, y trabajando en hospitales, tiendas de campaña, refugios temporales y hospitales inflables.

Actualmente, MSF cuenta con 26 proyectos de asistencia humanitaria en 9 de los 10 estados del país. Con más de 3.800 trabajadores de la organización en el país, el rol de los responsables de Recursos Humanos como Clarisa es fundamental para asegurar el buen funcionamiento de las actividades en un contexto de tanta complejidad.

¿Cuál es la labor que estás cumpliendo hoy en MSF? ¿Cómo es tu día a día en la misión?

En este momento soy Coordinadora de Recursos Humanos para la misión de MSF en Sudán del Sur. El trabajo de un coordinador dentro de la organización no es parecido a ningún otro, porque nos encontramos con distintos desafíos dependiendo del país al que vayamos. Podríamos decir que la rutina no existe. El día transcurre entre objetivos de mediano y largo plazo muy específicos de Recursos Humanos, tales como desarrollo, capacitación, reclutamiento, manejo de conflictos y administración de personal, pero también nos encontramos con cosas urgentes, relativas a la naturaleza de las actividades: movimientos de personal, viajes, tramitación de visas, relación con las autoridades locales. Al trabajar en proyectos de emergencia, es muy difícil planear el día a día.

¿Qué te motivó a trabajar con MSF?

Antes de comenzar, me motivaba la propuesta de la organización, la imparcialidad, la neutralidad y la independencia. Por sobre todo, me interesaba poder ayudar a quien más lo necesita.
Ya estando en el terreno, la motivación se mantiene intacta, pero puedo agregar que la experiencia intercultural es fascinante: lo que uno aprende a diario no deja de sorprenderme, aun cuando llevo ya algunos años en la organización.

Explícanos un poco acerca de la situación en Sudán del Sur. ¿Cómo es tu trabajo en ese contexto específico?

Sudán del Sur ya estaba viviendo una emergencia aún antes de los hechos de violencia del pasado diciembre. La situación humanitaria ya era muy grave, con una población con un acceso muy limitado a la atención sanitaria. Más del 80% de los servicios médicos en el país son proporcionados por organizaciones internacionales, y MSF ya lleva 30 años trabajando en la región.

En ese entonces, a nivel de mi trabajo en Recursos Humanos, los desafíos eran principalmente la alta rotación del personal nacional, y la dificultad para encontrar perfiles calificados a nivel local: durante veinte años, los habitantes de Sudán del Sur sufrieron una guerra civil, que hizo que muchos se dirigieran a países vecinos para emprender sus estudios, y ya no volviesen. Para el personal internacional a su vez, los desafíos son la adaptación a un modelo cultural y a costumbres diferentes.

Ya luego de la crisis de diciembre, los desafíos se multiplicaron. Muchas organizaciones internacionales dejaron el país y, por más que desde MSF intentamos hacer mucho, nuestra respuesta sola no alcanza. Además, por razones de seguridad, parte de nuestros equipos internacionales debieron ser evacuados temporalmente a países vecinos durante el pico del conflicto. Eso hizo que en muchas ocasiones debiéramos funcionar con equipos mínimos de repuesta, con todo lo que eso conlleva: mucho stress, mucho cansancio y frustración.

Todo esto significó también un trabajo inmenso: de logística, de comunicación a las autoridades locales, y de una gran presión de trabajo para los equipos que se quedan en el terreno; nuestra principal preocupación, como una organización médico-humanitaria independiente, es que las poblaciones afectadas accediesen a nuestros servicios de salud, y la situación imperante hacía que lograr esto fuese muy difícil. Claramente, lo más difícil de ese proceso era ver a la gente sufriendo.

¿Qué es lo que te llevas de estas estadías en el terreno?

Fundamentalmente el intercambio que es posible trabajando en una misión humanitaria: porque sin duda los voluntarios de MSF damos mucho, pero lo que recibimos de aquellos a quienes intentamos ayudar no tiene nombre, no es comparable a ninguna otra experiencia, es inexplicable.
He aprendido también a valorar el día a día, a vivir el presente, a minimizar los problemas, a apreciar lo simple. Médicos Sin Fronteras es una experiencia que definitivamente te cambia para siempre.

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